Después de una de las misiones mas sangrientas del día, el sargento Lorenzo Ruiz es llevado al hospital debido a sus graves heridas. Mientras el capitán le dice adiós al moribundo soldado, el sargento Ruiz lo ve y le dice “no salgan sin mí. No regresen allá afuera sin mí. Todavía puedo hacer mi trabajo.”
Mientras veía esta escena de la película Black Hawk Down, me puse a pensar en cuántas veces tratamos de evadir nuestro verdadero deber como parte del ejercito de Dios, usando cualquier excusa que podamos encontrar o simplemente inventándonos alguna. Esto también me recordó acerca del apóstol Pablo.
Después de que Pablo terminó de predicar en un lugar llamado Listra, algunas personas de la ciudad se enojaron con él por las cosas que decía. Lo apedrearon tanto que pensaron que estaba muerto, así que lo arrastraron afuera de la ciudad y lo dejaron ahí. Algunas personas de la iglesia vieron esto y salieron a ayudarlo. Aunque estaba muy mal herido pudo reincorporarse. Y esto es lo que me encanta de Pablo: “Pero cuando lo rodearon los discípulos, él se levantó y volvió a entrar en la ciudad” (Hechos 14:20 NVI).
¿Qué le pasa a Pablo? Casi muere de las heridas que le ocasionó la multitud arrojándole piedras, y en vez de agradecerle a Dios que salió vivo y correr hacia el otro lado, Pablo decide regresar a la ciudad. Este es el mismo tipo de valor que ví en el sargento Lorenzo Ruiz. Me imagino a Pablo diciendo a Dios. “no regreses a esa ciudad sin mí. Todavía puedo hacer mi trabajo.” Esto aquí es otro nivel de siervo / soldado. Aquel que no se inventa excusas. Aquel que sabe lo que se espera de él, y está determinado a hacerlo.
¿Cuántas veces nos desanimamos por las cosas que nos suceden que nos hace cambiar de rumbo? Tal ves teníamos una gran visión o un sueño por parte de Dios, y tan pronto como empezamos a caminar hacia el, todo lo que encontramos fueron problemas, dificultades, puertas cerradas, fracasos o dolor. Estas situaciones son solo un filtro que separan a aquellos que se rinden por tener buenas excusas, y aquellos que rinden todas sus excusas.
Aunque estemos derribados, recordemos, no estamos destruidos (2 Corintios 4:9). Dios, por favor, no regreses allá afuera sin nosotros. Todavía podemos hacer nuestro trabajo.