Es necesario que él crezca, y que yo decrezca.
Este comentario lo hizo Juan el Bautista a sus propios discípulos cuando estos llegan a contarle que Jesús le estaba “quitando” el lugar como líder espiritual en esa región.
La respuesta de Juan, no sólo demuestra lo centrado de su corazón, sino la claridad que él tenía de su propio rol. Sin embargo, con respecto a la respuesta de Juan, me llama mucho la atención el principio espiritual que muestra: Hay una relación inversamente proporcional entre Dios y nosotros mismos.
Esto quiere decir que cuando digo que quiero mas de Dios, implícitamente estoy diciendo que quiero menos de mí (por lo menos en principio). Sin embargo, esa puede ser la razón por la cual muchos de nuestros intentos de buscar a Dios no funcionan: No estamos rindiendo la parte de nosotros a la que necesitamos renunciar para entonces tener acceso a la parte de Dios que anhelamos tener.
¿En qué áreas de tu vida consideras que necesitas que Dios crezca, pero que al mismo tiempo tú deberías decrecer? La lista puede ser larga: Ansiedad por el futuro, preocupaciones, adicciones, pecados ocultos, orgullo, etc. Sin embargo, el principio se mantiene: En la proporción que rinda estas áreas de mi vida, será la proporción que veré a Dios crecer en ellas.